Existe una estrecha relación entre mis domingos y el helado. Mas o menos a las 17 horas, algo dentro de mi empieza a manifestarse en la sutil pero progresiva necesidad de salir a buscar un helado....Entonces tengo que dejar todo lo que esté haciendo, asegurarme de llevar lo suficiente y empezar a andar, para suplir mi necesidad dominical. He provado varios, aquí, allí y en muchos sitios distintos a mi lugar común, pero todos, todos tienen el sabor nostalgico y trascendental de la tarde de un domingo lejos de casa.